Una de amores perros...

Caminaba después de clases por una de las avenidas grandes a lado de la universidad…
Me dirigía a mi casa en compañía de un compañero que vivía por el rumbo, eran cerca de las dos de la tarde.
De pronto a lo lejos comenzamos a escuchar lamentos desgarradores a un lado de la banqueta.
A cada paso mientras me aproximaba podía sentir una tristeza muy grande, su llanto suplicaba piedad, incomprensión dolor y angustia…
Mis piernas, comenzaron a debilitarse y sin advertir me convertí en perro, seguí caminando y llegué hasta el, ¡me detuve!, me acerque, su alarido me enloquecía, era un llamado profundo mi acompañante se retiro lo mas lejos que pudo, ¡vente wey!, me decía, pero yo no lo escuchaba, así se retiro…
La victima de un atropellamiento yacía sin poder moverse bien, con su llanto, me miraba a los ojos tratando de preguntarme o decirme algo, yo le entendí, pedía morir, pedía no estar solo esos instantes.
Sus ojos negros con esa expresión sobrenatural, sobrecogedora.
Yo solo podía hablarle un poco, te entiendo, te voy a ayudar vas a conocer algunas bondades de la vida, ¡solo resiste!.
Surcaron dos ideas en mi cabeza, la primera era tomar una piedra grande y acabar con su agonía, con un golpe grande y certero, ¿tendría el valor para hacerlo?, pensé en que era lo mas piadoso, la segunda era la esperanza de que un veterinario pudiese hacer algo por el.
Así que tome la segunda decisión…
Me despedí de mi nuevo amigo, le dije que regresaría.
Camine apresuradamente muchas cuadras hasta que tope con uno, lamentaba tanto que no hubiese quien velara por los verdaderos dueños de la calle, que la vida fuese así de cruel y brutal.
En esta historia he omitido algo importante, -una colecta que me toco organizar en la escuela, por que no podía cubrir los gastos yo solo, a la rapidez necesaria.
Para cuando llegué a lado de mi buen amigo, este ya estaba muerto…
Sentí alegría por el…
Al otro día los compañeros que aportaron, me preguntaron por el perro que trataba de ayudar, les conté lo que había ocurrido, pidiendo no propagar la historia…
¡Buenos hombres me entendieron!.
Hasta el día de hoy lo cuento…
En ciertas forma me siento bien, el saber que me hubiese hecho mas daño, pasar desapercibido, como si nada ocurriese, ignorando su dolor…
Vivas la vida que nos da oportunidades como esta…
¡Tu maldito conductor, se precavido hijo de puta!…