En otros tiempos los días domingo estaban cargados como de tristeza, en una infancia, las calles estaban vacías, con la agravante de que tenía tarea atrasada, que no quiera hacer, y sin embargo me mortificaba, la idea de llegar con las manos vacías a la escuela, con la más horrenda maestra de primaria que uno pudiera imaginar…
Mis amigos salían de paseo con sus familias, la mía acostumbraba a veces salir a comer, y regresar a dormir…
La televisión no tenía nada agradable…
Días aburridos, el tonto en aquel entonces (y aun ahora) soy yo, que aun no sabia muy bien que rollo conmigo…
Al paso del tiempo, me hice un poco más responsable con mis obligaciones, me ponía a terminar aquel problema de matemáticas o física que estaba aun sin solución, así pasaba el día domingo, entercado en resolverlo, sabia la recompensa si lo hacia, mas euforia, un levantamiento de ego…
Otras veces aprovechaba para ver películas, o leer…
O recuperándome de una tremenda resaca, producto de un sábado de excesos, hace muy pocos años…
Trataba de dormir temprano, pues me gustaba llegar el lunes por la mañana con la tarea resuelta, yo creo que mas para presumir, que por un autentico sentido de vocación, (por cierto en eso pienso mucho estos días)…
Como todos los domingos no eran los mismos, a veces podía encontrar la salida a esa terrible depresión dominguera, otras veces sucumbía a sus brazos...
Desde que tengo trabajo -los días domingos también-, ya tengo que hacer, y el problema esta resuelto en parte. Aunque ya no me asustan…
En fin algunas veces trataba de escapar del tedio dominguero, con viajes a las montañas en bicicleta, llegaba completamente exhausto, me bañaba, comía…
Ahora no puedo hacer lo mismo por mi horario de trabajo, pero también baila la idea, de regresar a esa adrenalina por las montañas, que ahora tanto falta me hace...
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