Mis pasos lentos recorrían el asalto. En esos momentos el sol de un atardecer después de la lluvia, iluminaba con espectral encanto todo aquello que acariciaba.
Con ojos de turista cruce las puertas de la catedral, sobre la entrada un inmenso órgano callado, al fondo el altar.
Feligreses orando en silencio y otros en fila en un confesorio, y uno susurrando suavemente casi inaudible.
Mi corazón latía excitado cuando pensaba en subirme al altar a declamar lo que nacía de mi, ¿Qué les diría?, ¡Un discurso!...
Hombres de pesares, levanten el rostro que su carga es ligera, no por ayuda de dios, ni su alto e imperfecto representante libertador. Cuando hablan de sus pecados se enfrentan a su propio temor.
Dios no les manda al infierno ni al cielo…
¡Ustedes tienen un símbolo!, y eso le deben su compañía, a eso le deben las fuerzas que brota de sus corazones…
Cuidarse del dominio que posee este inmenso charlatán. Este viejo con aires de grandeza, que le gustaría ver caer del cielo fuegos sobre el mundo y mirarme despectivamente en su burbuja protectora, mientras me gritará: iras al infierno, junto a los blasfemos…
De pronto recobre el sentido, eso que llaman realidad, mi percepción de ella.
Un gozo energetizante motivaba una riza muy alegre, muy intima, como aquella que te da, cuando te pierdes en los discursos de Zaratustra…
Marche en paz rezando: ¡vieja iglesia nada te debo ni nada me adeudas!.
Al seguir mi camino rumbo al cine, recordaba el contenido de mi última confesión, a los 16 años.
Esto me remite a otro episodio:
A los 11 u 12 años ya peleaba contra los símbolos mas sagrados de la iglesia, y este arranque de conexiones fue provocado, por un retiro espiritual para jóvenes católicos, al cual fui invitado por unas hermosas jóvenes –Así que pensaba asistir para conocer mas chicas-.
Pero las dinámicas grupales surtieron su efecto al segundo o tercer día, por eso a mis 16 estaba con mis pecados en la boca –lo medio-.
Señor padre:
-Dime:
-Me acuso de masturbarme 3 veces al día…
Cof, cof, cof…
-También de odiar a mis padres.
-Y de blasfemar con torcido gozo en mi corazón.
Ya no lo hagas y arrepiéntete…
Reza tres aves marías, y cuatro padres nuestros…
-El que sigue…
Termino el retiro espiritual, y tratábamos de mantener la llama viva, se me delego un cargo como secretario. (que todos los santos se revuelquen en sus tumbas…jajajaja).
Hacíamos paseos a los campos, pero no tardaron mis compañeros de retacar las camionetas de cartones de cerveza, (sentía cierta molestia –aun que me encantara embriagarme, pues bien que mas da…-), Y ahí mismo comenzaron a emerger las pareja, y así eso no duro mas de un mes integrado.
Paso el tiempo y fui despertando de mi nube rosa.
Beeep, beep, me saco de mis recuerdos un automovilista…
Llegue a las puertas del cine, di un vistazo a la cartelera…mmmmm, basura holiwudence (espero hacerme entender), basura, basura…está se ve más decente: ¡300 espartacos o algo así (halle conexión con Sin City)!, compré el boleto, unas palomitas y refresco.
Las luces se apagaron, 5 comerciales tratando de lavarme el coco, contaminando mis sentidos. Me mostraban chicas esculturales que son felices por consumir Coca Zero, mientras un zarta de estupidos bailaban alrededor felices de la vida…
¡Guuuuuaggg!...
¡En fin! llego la hora de la función…
Siempre estuve alerta viendo que podía sacar de bueno de esta cinta…
Ahora no es mi intención contarla, pero: ¡bingo!, ¡bingo! se me prendió el foco en varias cuestiones…
Primera: lamentaba no poder entregarme como aquellos hombres de otros tiempos destripando al enemigo invasor, mostrando mi coraje…(se imaginan ya ahora no hay un enemigo palpable y amenazante, -tan evidente, al cual arrancarle la cabeza de un tajo y asunto arreglado-sin dudarlo-, exponiéndose a esa lucha tan poética donde tan solo estas con una espada y un escudo. ¿Quien es ahora el enemigo de nuestros tiempos?.
Segundo: LEALTAD…¿donde estas?, mi rostro a menudo está sobre el suelo y si volteo a ver a mis semejantes noto lo mismo, ¿y a que diablos le deberé mi lealtad?…
Tercero: ¡va completándose el cuadro! Buena voluntad, un símbolo y lealtad…
Mis piernas se debilitaron palidecí…Carente de símbolo, carente de lealtad ni siquiera a mi. ¡Me estremecí!...
¿a quien le debo mi lealtad?, ¿a mi patria en pleno proceso de globalización?, ¿a una patria podrida desde su alma por la corrupción que ya debería ser parte del himno nacional?...¿A un dios?...¿A mi?...
Que terrible madeja de pensamientos…Pero tan ciertos y necesarios hoy…
Con ojos de turista cruce las puertas de la catedral, sobre la entrada un inmenso órgano callado, al fondo el altar.
Feligreses orando en silencio y otros en fila en un confesorio, y uno susurrando suavemente casi inaudible.
Mi corazón latía excitado cuando pensaba en subirme al altar a declamar lo que nacía de mi, ¿Qué les diría?, ¡Un discurso!...
Hombres de pesares, levanten el rostro que su carga es ligera, no por ayuda de dios, ni su alto e imperfecto representante libertador. Cuando hablan de sus pecados se enfrentan a su propio temor.
Dios no les manda al infierno ni al cielo…
¡Ustedes tienen un símbolo!, y eso le deben su compañía, a eso le deben las fuerzas que brota de sus corazones…
Cuidarse del dominio que posee este inmenso charlatán. Este viejo con aires de grandeza, que le gustaría ver caer del cielo fuegos sobre el mundo y mirarme despectivamente en su burbuja protectora, mientras me gritará: iras al infierno, junto a los blasfemos…
De pronto recobre el sentido, eso que llaman realidad, mi percepción de ella.
Un gozo energetizante motivaba una riza muy alegre, muy intima, como aquella que te da, cuando te pierdes en los discursos de Zaratustra…
Marche en paz rezando: ¡vieja iglesia nada te debo ni nada me adeudas!.
Al seguir mi camino rumbo al cine, recordaba el contenido de mi última confesión, a los 16 años.
Esto me remite a otro episodio:
A los 11 u 12 años ya peleaba contra los símbolos mas sagrados de la iglesia, y este arranque de conexiones fue provocado, por un retiro espiritual para jóvenes católicos, al cual fui invitado por unas hermosas jóvenes –Así que pensaba asistir para conocer mas chicas-.
Pero las dinámicas grupales surtieron su efecto al segundo o tercer día, por eso a mis 16 estaba con mis pecados en la boca –lo medio-.
Señor padre:
-Dime:
-Me acuso de masturbarme 3 veces al día…
Cof, cof, cof…
-También de odiar a mis padres.
-Y de blasfemar con torcido gozo en mi corazón.
Ya no lo hagas y arrepiéntete…
Reza tres aves marías, y cuatro padres nuestros…
-El que sigue…
Termino el retiro espiritual, y tratábamos de mantener la llama viva, se me delego un cargo como secretario. (que todos los santos se revuelquen en sus tumbas…jajajaja).
Hacíamos paseos a los campos, pero no tardaron mis compañeros de retacar las camionetas de cartones de cerveza, (sentía cierta molestia –aun que me encantara embriagarme, pues bien que mas da…-), Y ahí mismo comenzaron a emerger las pareja, y así eso no duro mas de un mes integrado.
Paso el tiempo y fui despertando de mi nube rosa.
Beeep, beep, me saco de mis recuerdos un automovilista…
Llegue a las puertas del cine, di un vistazo a la cartelera…mmmmm, basura holiwudence (espero hacerme entender), basura, basura…está se ve más decente: ¡300 espartacos o algo así (halle conexión con Sin City)!, compré el boleto, unas palomitas y refresco.
Las luces se apagaron, 5 comerciales tratando de lavarme el coco, contaminando mis sentidos. Me mostraban chicas esculturales que son felices por consumir Coca Zero, mientras un zarta de estupidos bailaban alrededor felices de la vida…
¡Guuuuuaggg!...
¡En fin! llego la hora de la función…
Siempre estuve alerta viendo que podía sacar de bueno de esta cinta…
Ahora no es mi intención contarla, pero: ¡bingo!, ¡bingo! se me prendió el foco en varias cuestiones…
Primera: lamentaba no poder entregarme como aquellos hombres de otros tiempos destripando al enemigo invasor, mostrando mi coraje…(se imaginan ya ahora no hay un enemigo palpable y amenazante, -tan evidente, al cual arrancarle la cabeza de un tajo y asunto arreglado-sin dudarlo-, exponiéndose a esa lucha tan poética donde tan solo estas con una espada y un escudo. ¿Quien es ahora el enemigo de nuestros tiempos?.
Segundo: LEALTAD…¿donde estas?, mi rostro a menudo está sobre el suelo y si volteo a ver a mis semejantes noto lo mismo, ¿y a que diablos le deberé mi lealtad?…
Tercero: ¡va completándose el cuadro! Buena voluntad, un símbolo y lealtad…
Mis piernas se debilitaron palidecí…Carente de símbolo, carente de lealtad ni siquiera a mi. ¡Me estremecí!...
¿a quien le debo mi lealtad?, ¿a mi patria en pleno proceso de globalización?, ¿a una patria podrida desde su alma por la corrupción que ya debería ser parte del himno nacional?...¿A un dios?...¿A mi?...
Que terrible madeja de pensamientos…Pero tan ciertos y necesarios hoy…
Puras letras...
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