Desnudo en la red...

El día de ayer había decido tomarme unas fotos de cuerpo desnudo, para levantar un poco el rating…

¡Total en cien años ni quien se acuerde!

Eso del desnudo por alguna razón me parece algo digno de experimentarse…

Hasta ahora solo he caminado por la calle sin ropas en mis sueños, y hasta ahí termino todo angustiado, es de esos sueños donde sales a la calle y te das cuenta que se te olvido vestirte…jajajajajajajaja

Lo que no me queda claro es si posare la forma de David de Miguel Ángel, ¡casi nos parecemos! -Algunos somos más narizones, pero no es preocupar, como bien dicen no importa tanto el juguete si no saber jugar (consuelo de los que tienen juguetes pequeños, jajajajajajaja)-.

-Mejor me quedó con eso de la magia así no importa si lo tienen pequeño o no-.

Pero regresando al tema, hace unos meses vino el fotógrafo de los desnudos colectivos –no recuerdo el nombre- y yo estaba en una ferretería cuando llega otro cliente y le comenta el encargado:

¿Que paso X?, ¡Me dijeron que te fuiste al DF!

X: ¡no! ¿Quien te dijo?

Un compadre que decía que saludabas a todos (hizo la seña de bajar el saludo a la cintura)

¡Bah que chiste tan malo!, pero me hizo gracia…

Bueno regresando a lo de la encuerada, pues tendría que ser algo simple yo sin expresión (no se sin la cosa al máximo o normal), con todas mis lonjitas, lunares coquetos y pelos indiscretos, de frente seria la cosa, nada de la retaguardia o por qué no, ya en esas que más da?

En un paisaje lleno de árboles para eso de fornicar con la naturaleza, quizás unas poses donde le hago sexo a un árbol o trepado en un árbol…

Si lo hiciera iluminado con la luz de la luna eso seria muy gey, y no pues no tengo nada contra ellos pero no es mi bandera, más bien seria bajo el intenso sol, cultivando maíz o algo así, quizás con un sombrero de palma…

Pero sucede que ocurrió un accidente con mi cámara, y pues todo esto queda pospuesto…

Feliz día de la no navidad…

(fotos tomadas de la red, www.guiafe.com.ar la del trigo, y la otra www.inter-foros.com)

3 animados:

Orizschna | martes, diciembre 18, 2007 2:11:00 p.m.

A mi tambien me llama la atencion, la bronca es que o tengo demasiado pudor, o estoy muy conciente de que encuerada nomas no ajajajajaja.
Pero algun dia, algun dia....
Gracias por la felicitacion mi querido Navawan...saludazos!

Anónimo | miércoles, diciembre 19, 2007 11:13:00 a.m.

Para ver tristezas desnudas mejor me meto a national geographic we. Chido por lo del pg baja y que mal lo de tu camara. Pues ya de regreso vemos lo del cliente vochero, igual y lo animamos a convertirlo tambien a baja.
chau.

Anónimo | sábado, diciembre 22, 2007 7:06:00 p.m.

El mito de Narciso y su relación con la psicopatología(ilusión, elusión, alusión)

Lic. Carlos Luis Gatti, Dr. Néstor Ricardo Stingo,
Dra. Liliana Noemí Avigo, Dra. María Cristina Zazzi

El mito expresa algo más (bastante más) que lo que se plantea en lo manifiesto de una fábula, y ese algo más corresponde al orden de lo Inconsciente.

El que lo escucha podrá revivir desde su propio deseo el deseo al que es aludido en el mito, que pasa a ser un acto psíquico singular, portador de un sentido universal.

El de Narciso se inscribe en la línea heroica. Y como todo héroe plantea la autosuficiencia (completud-androginia) como salida posible, la que finalmente culmina destruyéndolo.

Además de poseer múltiples sentidos, el mito intenta la elaboración (secundaria) de hechos traumáticos, y lo hace a través de situaciones cotidianas o históricas que le permitirían, a posteriori, coherentizar u ordenar el caos de esas situaciones fragmentantes.

Narciso (etimológicamente "el atontado", de allí "narcosis"), nace de una relación impensada. El dios-río Cefiso violó a la ninfa oceánida Liríope, quien concibió a un hijo no deseado. La belleza de tal hijo favoreció su aceptación, y ansiosa por saber si viviría muchos años, la joven madre fue en busca del ciego Tiresias. "Sí, (dijo) tendrá larga vida, siempre que no llegue jamás a conocerse, a escudriñarse".

Nadie entendió el sentido de las misteriosas palabras del gran vidente tebano. Y la oscura respuesta cayó en el más completo de los olvidos.

Se conocen múltiples versiones sobre Narciso y su Destino, o de cómo llegó a esa completud llamada muerte. La más conocida es la contada por Ovidio en las Metamorfosis.

En todas las versiones, lo primordial es el amor que él mismo se profesa (laberinto del cual no hay salida posible). Fascinado por su imagen, trata de apropiársela, para así acariciarla, besarla, sumergirse en ella, y en paralelo con ese acto se da a un desconocimiento de la realidad en pos de otra que no lo deja salir del goce pleno. Muere de amor, mismo amor que no pudo hacer circular desde su falta en ser y que sutura de modo dramático al sucumbir de inanición, aunque nosotros nos preguntemos: ¿qué apetitos puede tener alguien al que no le falta nada? Muerte aludida como resto que en definitiva también elude a un resto: es capturado amorosamente por una imagen mortífera, tal cual es la propia, sin otros que la sostengan. Paradójicamente, este Narciso tan especular pierde un espejo fundamental, lo que lo arroja en el vacío. Con su vida cierra un círculo, retorna con su muerte al lugar de su origen, nace del agua y a ella regresa sin modificación en el ciclo. Su rebeldía contra Eros desfuncionaliza el aparente triunfo que logra a tan alto precio.

En otra de las versiones, Narciso tiene una hermana gemela de la cual se enamora, simbología en acto del doble y sus lógicas de especulación. Al morir ésta, pérdida que trae consigo la decepción de la ilusión andrógina, melancólicamente Narciso se suicida, retornando, o quizá permaneciendo desde siempre en las aguas del Cefiso, o probablemente arrojándose en un estanque, que le marca su limite.

En otra, Narciso era tan hermoso que casi todos, indiscriminadamente hombres o mujeres, se enamoraban de él. Aminias, uno de esos mortales, también cayó en las redes que Narciso no arrojaba, porque en él no había cabida para un otro semejante. La opción era entonces entre la elección de objeto autoerótico u homosexual, o la eliminación de la misma. Es por eso que Narciso envía una espada a Aminias con un mandato suicida implícito, que se hace acto cumplido. Finalmente, el mismo Narciso muere retaliativamente a manos del padre de Aminias. Aquí el "ojo por ojo" y la relación imaginaria no encuentran mejor ejemplificación. Muere por no poder amar, y ahogado en su impropio amor. Eros, de esta manera, a través de Némesis, opera la venganza esperada (ley-castración, que es llevada al acto por un padre, en este caso el de Aminias y para el cual el propio padre de Narciso, el río Cefiso se mostró impotente).

Una cuarta versión vincula a Narciso con la muerte de otra forma. Según ella, el dios de los muertos y los mundos subterráneos (Plutón-Hades) intentó raptar a Perséfona (Proserpina) caracterizada por su singular belleza, y utiliza para ello el recurso de regalarle una flor de Narciso que era una flor cautivante.

El mito es la expresión en forma sucesiva y anecdótica de lo que es supratemporal y permanente, de lo inexorable que jamás deja de ocurrir y que como paradigma, vale para todos los tiempos. La realidad destruye al mito (o por lo menos lo astilla), porque el mito intenta fijar una realidad que de hecho fluye.

El Narcicismo, en principio, alude (parafraseando al mito) a aquellas posiciones en donde lo primordial es el amor a sí mismo.

Clínicamente se presenta en toda psicopatología y normalidad, pero es detectado más claramente en las que Freud llamó en un primer momento "neurosis narcisísticas", fundamentalmente en las parafrenias (esquizofrenias) y en la melancolía. Alteraciones marcadas por un déficit en relación al Alter (Otro) simbólico, que es manifestada por lo que se denomina regresión, o sea una vuelta torsionada sobre lo anterior en estados que aparentemente fueran superados por el recorrido libidinal.

En las esquizofrenias, se destaca la pérdida del interés por el mundo circundante, y en forma más evidente en los estados catatónicos, donde se dan en el marco de un mutismo: negativismo y abolición de la función de la palabra, generalmente acompañada de inhibición motora. Al acto regresivo, el sujeto torna todo su ser hacia una indefensión tal que le impide alimentarse por sus propios medios.

También pueden observarse ideas delirantes místicas o megalómanas, o bien eróticas, en donde los objetos ya no son recreados en la fantasía, sino "alucinados" en lo real. La posibilidad de anexar palabras en su discurso está notoriamente alterada. Representación y afecto se disocian y toman caminos diferentes, apareciendo el fenómeno alucinatorio (manifestación clara del narcicismo secundario), que recrea el momento mítico, primario de satisfacción.

En el caso de las melancolías, lo regresivo depende a su vez de una elección narcisística anterior de objeto, en donde él mismo y el sujeto ya aparecen como fusionados. Desaparecido el objeto, la enfermedad se muestra. Manifiestamente, tenemos entonces a un Objeto que ahora lo vemos formando parte claramente de un Sujeto, podríamos decir "materializado". El suicido aparece entonces como el triunfo de la Pulsión de Muerte, al igual que en el mito: se mata al objeto, pero el que realmente muere es el sujeto. Es decir que de alguna manera siempre ambos estuvieron muertos (jamás pudieron acceder a una diferencia que les abriera camino). Los autorreproches y la futilidad de la vida remiten a la decepción del narcicismo, que estaría mostrando la imposibilidad del goce pleno.

Narcicismo es negación, defensa originaria ante el desamparo, ante la menesterosidad. Es reclamo de completud, de autosuficiencia, de algo que colme la fisura por la cual el ser (el Deseo) se escapa y fluye sin tener en cuenta que este fluencia, este re-correr huellas en camino es lo que define al ser y al desear. Por un recogimiento, por un modo peculiar de encierro, el narcicismo se presenta como la posibilidad imposible de evitar el desvalimiento en que el otro nos deja, por la no coincidencia puntual entre lo que se reclama de ese otro, y lo que éste en realidad otorga.

Desde esta última perspectiva el narcicismo involucra el triunfo de la pulsión de muerte que busca el imposible cero a partir del cual comenzaría toda constitución.

Narciso permanece capturado por el Deseo materno, por esa mirada del agua-madre que lo fascina, que lo petrifica, alienando sus posibilidades deseantes y sumiéndolo y consumiéndolo hasta que muere por adelgazamiento transformándose en flor.

No hay ni hubo allí lugar para la palabra paterna, Ley del Padre, que aquí está ausente y hace que todo se resuelva en mirada suscitadora de un grandioso silencio, silencio de la muerte, porque el padre no es escuchado.

El Narcicismo se toma a sí mismo como objeto de deseo; pues bien, la palabra Deseo, proviene del latín de-siderare, término de la lengua oracular que remite a su complementario con-siderare que significa: indagar auguralmente a una estrella; de-siderare por el contrario alude a una ausencia, una lamentación y una búsqueda.

Narciso no busca en el afuera un complemento de su Deseo (sea este homo o heterosexual) porque hay una sub-versión patológica del Deseo, que deja de ser aquí búsqueda, motor de sustituciones, para convertirse en cristalización inmóvil que lleva (y en cierto modo ya es) a la muerte. Aquí la muerte triunfa en vida negando la ausencia y haciendo presente una forma de quietud de lo estático no perturbado por carencia alguna reconocida como tal sino, por el contrario, negada en la ficción cerrada y completante de un ser casi cósico, indicador de una totalización enmascaradora, último recurso al que se pide engaño, velando así a una muerte que nunca se quita los velos.

En el mito, el peligro presenta dos vertientes: del lado del padre (Cefiso), hace imposible toda regresión al héroe que le permita renacer. Y del lado de la madre, retiene y acoge esa libido que hace que halle la muerte cuando se busca un renacimiento.

En todos los casos, la muerte de Narciso sucede por mandato divino; es Ananké, es Némesis, es la Venganza que castiga el crimen, que constituye "toda desmesura", todo aquello que trastorne el orden universal para bien o para mal. Nada más claro que la diáfana "desmesura" de Narciso embargado de ese "estado sin límite alguno", de esa falta de diferenciación que rechaza la marcha de la vida, del Deseo, que es ante todo multiplicidad, sustitución, conmutación continua y dinámica.

El castigo que recibe Narciso es la muerte, pero, por lo dicho, no hay muerte que por decirlo así, deje de estar viva y así hay renacimiento floral dedicado en ese dominio por los antiguos a Plutón-Hades, el Rey de los territorios de la muerte.

El Mito de Narciso... ilusión, alusión y elusión. Es "ilusión" (el paraíso existe), la completud existe desde que en algún momento fantaseado o no, se hace presente. Es "alusión" a algo que se oculta, que "late" que es latente y palpita tras la fachada de lo manifiesto, y es "elusión" porque es disfraz, máscara que busca escapar a contenidos tan conflictivos y movilizantes para el sujeto o la humanidad que los padece.

En realidad, Narciso y el Narcicismo en sí, no mueren nunca, y si es cierto que Eco perseguía a Narciso por valles y montañas incansablemente, así también, todo amor objetal posterior guardará algo así como el reflejo, la letanía, o el Eco de Narciso.

Bibliografía

1. Freud S., Obras Completas. Introducción del narcicismo. Editorial Biblioteca Nueva. 1973.

2. Green A., Narcicismo de vida, narcicismo de muerte. Amorrortu Editores. Buenos Aires. 1993.

3. Masotta O., Ensayos lacanianos. Anagrama. 1976.

4. Noël J.F.M., Diccionario de mitología universal. Edicomunicación. Barcelona. España. 1991.

5. Ovidio, Metamorfosis. Alianza Editorial. Madrid. 1995