Esta historia es hasta donde se completamente original, que yo sepa nadie ha escrito cosa semejante.
Para entenderla deberé hacer un par de observaciones, los personajes involucrados son una cuchara, un tenedor y un perro…
No se trata de humanizar a cada uno de los personajes, si no de contarla desde una perspectiva perruna el cual será nuestro narrador, claro en gran parte de esta historia son meras suposiciones humanas del alcance de la inteligencia del perro, con el gran problema de que los perros no hablan castellano, pero aun así les prometo una historia interesante –espero no solamente para perros y cucharas que no hablan ni sienten –
Así que el primer problema en enfrentar es: ¿como voy a contar la historia de amor entre una cuchara y un tenedor desde una perspectiva perruna?, solución trivial:
Guau, guau, guau, guaaaaaauuuu, grrrrrr, guau, guau, guauuuù, auuuuu, grrrrrrrrrr guau,
Grrrrruaa, -plas, Pals, unauanuanuuanua, tin, tin, tlaz – guaaaau, GUAAAAA, GUAAAAAAU UUUUUU UUUUUUUGHHUHUUUHUH guaaaa, mnmnmnmnmnmhggggggr ….
Nótese que he pensado como creo que entiende un perro el amor entre una cuchara y un tenedor –suponiendo que el perro solo se monta sobre la hembra, no antes de pelear con toda la competencia, quedar pegados media hora- y le he agregado un par de diálogos pensados entre ellos en la mente de perro, no podía faltar un pequeño drama para eso del feeling…
Quizás los perros no tienen tanta imaginación como para abstraer una historia “amor perruno” entre dos objetos inanimados, ni mucho menos pensar en cual es el femenino y el masculino, pero nuestra historia es completamente abierta…son dos cosas que se aman, y que trabajan mucho entre ellas para acompañar todos los festines del amo del nuestro magnifico perro labrador…y le ponemos un poco de chispa diciendo que estábamos contando el sueño del perro junto a la chimenea, en los pies de una persona solitaria y triste, de 60 años por que acaba de enviudar…
Otra alternativa para contar esta historia un tanto mas elaborada es diciendo que el amo del perro “Solin” –a ese nombre mueve la cola con entusiasmo- dormía una siesta y soñó que el perro le hablaba contándole en castellano lo que ocurría entre las cosas cuando el cerraba los ojos:
La cuchara amaba con locura los delgados y perfectos dientes del tenedor, y el tenedor le correspondía, se veían bien juntos en la mesa pero obviamente el cuchillo era idóneo para acompañar de por vida al tenedor, cosa que hacia que nuestra cuchara lamentara su suerte, y pidiera llorando a la luna llena –deben recordar que la historia la cuenta “Solin” desde su perspectiva- y esa luna misericordiosa se tentara el corazón haciendo que bajo el gran dolor del amo de perder a Margarita –bella y joven de mirada triste y profunda- perdiera la razón y con ella los buenos modales, haciendo que su estancia en solitario no le importara usar la cuchara como cuchillo y el tenedor como cuchara…
Y entonces la cuchara y el tenedor vivieron pegados en mugre, para siempre…
Me imagino que habra mil maneras de escribir dicha historia pero solamente un perro que la oiga comprendería toda su dulzura…
¡Así pues por eso mejor no cuento ninguna historia!.
Preludio para un material sobre la señal Wow!
Carl Sagan y la ecuación de Frank Drake
Para entenderla deberé hacer un par de observaciones, los personajes involucrados son una cuchara, un tenedor y un perro…
No se trata de humanizar a cada uno de los personajes, si no de contarla desde una perspectiva perruna el cual será nuestro narrador, claro en gran parte de esta historia son meras suposiciones humanas del alcance de la inteligencia del perro, con el gran problema de que los perros no hablan castellano, pero aun así les prometo una historia interesante –espero no solamente para perros y cucharas que no hablan ni sienten –
Así que el primer problema en enfrentar es: ¿como voy a contar la historia de amor entre una cuchara y un tenedor desde una perspectiva perruna?, solución trivial:
Guau, guau, guau, guaaaaaauuuu, grrrrrr, guau, guau, guauuuù, auuuuu, grrrrrrrrrr guau,
Grrrrruaa, -plas, Pals, unauanuanuuanua, tin, tin, tlaz – guaaaau, GUAAAAA, GUAAAAAAU UUUUUU UUUUUUUGHHUHUUUHUH guaaaa, mnmnmnmnmnmhggggggr ….
Nótese que he pensado como creo que entiende un perro el amor entre una cuchara y un tenedor –suponiendo que el perro solo se monta sobre la hembra, no antes de pelear con toda la competencia, quedar pegados media hora- y le he agregado un par de diálogos pensados entre ellos en la mente de perro, no podía faltar un pequeño drama para eso del feeling…
Quizás los perros no tienen tanta imaginación como para abstraer una historia “amor perruno” entre dos objetos inanimados, ni mucho menos pensar en cual es el femenino y el masculino, pero nuestra historia es completamente abierta…son dos cosas que se aman, y que trabajan mucho entre ellas para acompañar todos los festines del amo del nuestro magnifico perro labrador…y le ponemos un poco de chispa diciendo que estábamos contando el sueño del perro junto a la chimenea, en los pies de una persona solitaria y triste, de 60 años por que acaba de enviudar…
Otra alternativa para contar esta historia un tanto mas elaborada es diciendo que el amo del perro “Solin” –a ese nombre mueve la cola con entusiasmo- dormía una siesta y soñó que el perro le hablaba contándole en castellano lo que ocurría entre las cosas cuando el cerraba los ojos:
La cuchara amaba con locura los delgados y perfectos dientes del tenedor, y el tenedor le correspondía, se veían bien juntos en la mesa pero obviamente el cuchillo era idóneo para acompañar de por vida al tenedor, cosa que hacia que nuestra cuchara lamentara su suerte, y pidiera llorando a la luna llena –deben recordar que la historia la cuenta “Solin” desde su perspectiva- y esa luna misericordiosa se tentara el corazón haciendo que bajo el gran dolor del amo de perder a Margarita –bella y joven de mirada triste y profunda- perdiera la razón y con ella los buenos modales, haciendo que su estancia en solitario no le importara usar la cuchara como cuchillo y el tenedor como cuchara…
Y entonces la cuchara y el tenedor vivieron pegados en mugre, para siempre…
Me imagino que habra mil maneras de escribir dicha historia pero solamente un perro que la oiga comprendería toda su dulzura…
¡Así pues por eso mejor no cuento ninguna historia!.
Preludio para un material sobre la señal Wow!
Carl Sagan y la ecuación de Frank Drake
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